Desde dentro
Buenas tardes a todxs.
Hace unos días estaba en casa y me llamaron desde la junta de extremadura porque necesitaban personal sanitario en Cáceres, yo estaba en Zafra, con mi familia desde el inicio de la cuarentena, yo soy auxiliar de enfermería y aunque hacía mucho tiempo que no ejercía esta profesión no dudé ni un segundo en aceptarlo, ya no solo por vocación, que también, sino por que lo que hay ahora mismo es una necesidad real de personal para poder controlar esta pandemia.
Fuí con un poco de miedo, estamos hartos de ver en la tele que no hay materiales suficientes, que los sanitarios están desprotegidos, que es muy contagioso y que gente muy joven sin problemas previos también han fallecido, así que estaba un poco expectante por ver cual era la realidad.
Cogí mi uniforme y mis zuecos y me planté en la residencia asistida de Cáceres.
Nada más llegar me recibieron con una sonrisa detrás de esas mascarillas y me dieron todo lo necesario para poder trabajar con personas no infectadas, pues el primer día solo iba a trabajar con gente que habian dado negativo para ver cual era la rutina de trabajo.
Me fuí sumamente felíz a casa, todo el mundo era simpático y agradable, no ví ni un solo mal gesto, no solo hacia mi, sino entre ellos y sobre todo con los residentes.
El segundo día tuve mi primer día trabajando con positivos, volvía a estar nerviosa por que no sabía que me iba a encontrar detrás de esas puertas de aislamiento, sobre todo por que soy muy empática y no soporto ver a la gente sufrir, pero cogí mi EPI (equipo de protección individual) y entré. He de decir que me dieron mucho más material de aislamiento del que pensaba recibir; el EPI, las gafas de protección, dos tipos de mascarilla, gorros, guantes, batas impermeables, manguitos, calzas.. por lo que no tuve miedo de contagiarme en ningún momento, aunque si es verdad que solo hay uno de cada cosa por persona porque andan escasos de material.
Lo que encontré dentro de las habitaciones eran personas, con los síntomas de un simple resfriado, tranquilos, sentados en sus camitas, algunos me preguntaban por sus familias, otros me decían que no sabían que hacían allí tanto tiempo, y otros no corrían la misma suerte, estaban doloridos y apagados, algunos incluso conectados a oxígeno, pero hice todo lo que podía por ellos, y eso me dió paz.
Desde ese día al entrar en la planta cogemos de una urna un papel que decide nuestra tarde; trabajar con positivos o negativos. Parece un poco de risa que esa sea la manera de decidir, pero es la forma más justa, ya que el personal va rotando y es imposible alternar días.
Cada vez que entro veo como reciben cajas con donaciones de mascarillas, pantallas protectoras, alcohol..
La gente sonríe sin parar, ayudan a todas las personas nuevas como yo a cada momento, y transmiten todo el cariño del mundo y un poco más a todos los que ahora mismo no pueden abrazar a sus familias.
Me alegro de no haber dudado ni un minuto en aceptar el puesto, no sé cuánto durará, ni cuanta gente se llevará por delante esta enfermedad, pero lo que sí sé es que está sacando lo mejor de cada uno, y me alegro de estar formando parte de esto.
Os dejo un par de fotos de mis días ahora:
Hola Silvia! Me ha encantado tu entrada, me parece muy importante que en la situación que estamos viviendo ahora también tengamos conocimiento como las personas que lo sufren desde dentro lo están viviendo, me ha gustado mucho como has contado tu experiencia ya que has habado tanto de lo positivo como de lo negativo. Solo me queda darte las gracias por lo que estas haciendo por ellos y por nosotros y que mucha suerte. Ánimo y sigue así compañera.
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